jueves, 23 de abril de 2009

Nabito modesto


Cuando un hombrecito es adolescente, comienzan los cambios físicos, psicológicos, hormonales, y ciertas actitudes que permiten el descubrimiento de partes del cuerpo no conocidas, en pocas palabras los adolescentes se vuelven unos calenturientos, según ellos su arma letal debe ser estimulada para funcionar de la manera adecuada; grandes, chiquitas, gorditas, delgadas, sea cual fuese su realidad, ellos mantienen que te pueden desmayar con solo mirarla, pero recuerden ¡el que mucho habla poco tiene!

Era un sábado si más no recuerdo, los pajaritos cantaban, el aire corría, y el sol daba los primeros rayos de luz, todo era mágico y hermoso, era un ambiente cálido.

Nabito modesto, se dirigía al kioskito a comprar una revistita de autoayuda, caminaba e iba pensando que haría cuando la tuviera; ¡es necesaria!, él pensaba.

Cuando llegó al kioskito, intimidado señaló una de las “revistitas de autoayuda para adolescentes en etapas difíciles”, llamada “mi primer revolcón”.

Pagó y se retiró corriendo a descubrir lo que contenía el material didáctico que le habían vendido.

Llegó a casa, subió al baño e inició el encuentro amoroso entre su vergüenza y su mano, ambos disfrutaban; era un encuentro lleno de pasión, frenesí y excitación. Una de esas situaciones que ustedes conocen chicos ¡no se hagan los locos!

Fueron varios días en la misma habitación pero cada vez con más amor… hasta que un día Nabito después de su faena diaria, se retiró del baño olvidando la revistita de autoayuda.

De repente mamá entro al baño y divisó la revistita “mi primer revolcón”, de inmediato llamó a Nabito, y sorprendida le preguntó ¿esto es tuyo?, Nabito que no tiene ni un pelo de sonso, como se me sale el chiclayano, bueno, este respondió: No se tía, no es mío debe ser de mi tío.

Mamá se fue donde papá, como la gata loca persiguiendo al ratón Ignacio, y le dijo: ¿Oye esto es tuyo?, papá extrañado la miró y dijo: tú eres coju…, finalmente Nabito que había observado toda la escena, dijo: No tía es mío.

Mamá no dijo nada leyó el material, y dijo: ¡ah, con que te gustan los nabos!, ahora, la cuestión de los nabos era porque en la revistita de autoayuda para adolescentes en etapas difíciles, decía que la mujer pobre, porque no tenía ni para comprarse ropa, que salía en la fotografía tenía uno buenos nabos, es decir, unos buenos implantes, esos que les sobra a algunas y nos faltan a muchas. A tu mamá le voy a decir vas a ver nabito modesto , sostenía mamá.

Nabito preguntó pero ¿por qué modesto? Que todavía preguntas… anda a bañarte y bien cambiado bajas a almorzar.

Nabito modesto estaba devastado, había perdido su cotidiano encuentro romántico de él con él.

Seguro todos se sentirán identificados, seamos sinceros, quizá no usaron “Mi primer revolcón”, pero si otras revistitas con frases y fotografías que los convirtieron en los que son hoy; no se avergüencen… los hombres son mas visuales y las mujeres más auditivas… de las que nos salvamos chicas.

Espejo sarcástico


Era un 13 de octubre del 2008, novios ninguno; cambios corporales menos bubis, más poto, soy el patito feo en el mundo de los senos frondosos, y la reina en el mundo de las nachas vistosas y abultadas; cambios psicológicos, más loca que nunca, psicoseada, con una ideología que no conoce de peros, mucho menos de desaciertos.

De zapatos hondos, risa fingida, mirada dormida, fanática compulsiva de las galletas pícara y de todo alimento que engorde y luego me haga sentir fatal.
Se dice que uno es feliz comiendo, en mi caso me siento horrible engordando; busco dietas, tips para no asimilar y ejercicios para endurecer, tanta chamba en buscar para prometer comenzar con mi nueva rutina y al último nunca llegar el día.

De mi nariz nunca me queje, pero cada vez son más las personas que me dicen: “Ay hijita no te preocupes cuando tenga plata te voy a mandar a hacer tu cirugía”, si fuera un icono de msn pondría ¡plop!

“La nueva santa de los ladrones”, me dicen, le gane el puesto a Sarita Colonia, ya que cada vez que ven les llevo el pan a la mesa; celulares, carteras e incluso lentes, han sido una de las pocas cosas que me han robado, como dicen en casa: “la ven y todos se avisan ¡ya salió la caserita!”.

Los brindis no faltan, menos los amigos o amigas de la vida, si se puede celebrar el día del padre, del niño, de la independencia , cumpleaños del tío de la amiga de mi amigo o el día del no trabajador, esta bien para nosotros, la clásica frasecita “unas aguas”, no es indiferente en mi vocabulario, menos en mi garganta, desde una chela bien al polo hasta un cuba libre bien sazonado, cambia una actitud depresiva, hasta la decepción por un partido perdido de la selección, y no es que me guste el trago solo que la vida es una y hay que disfrutarla.

Paso, y reina dicen, yo que sepa las mujeres de belleza son altas, delgadísimas, piernas largas, nariz perfilada y siempre ansían la paz en el mundo, el clásico prototipo de las reinas de belleza; pero como estamos en Perú, la mayoría de las mujeres no cumplimos con todos los requisitos; ¡que irónico!, no soy ni alta, ni flaca, no tengo ni nariz perfilada, menos piernas largas; soy petiza, ni gorda, ni flaca, de nariz ñata, piernas chiquitas, y no es que no quiera la paz en el mundo sino que resulta ser una idea poca fundamentada.

He recorrido largos pasillos en mi vida, cambios muchos, transformaciones sin lugar a duda, pero que encierra la idea loca de analizar cada aspecto que me rodea, es lógico que me impresionen lo cuentos, la historias complejas si estoy tan llenas de ellas, porque aunque quiera demostrar mi simpleza me doy cuenta lo complicado de vivir una vida como la mía.

La vergüenza negra


El deporte no me es indiferente, nunca lo fue; sin embargo, si habláramos de redactar anécdotas vividas sobre clásicos deportes como el fútbol, voley, básquet, tenis, y todos aquellos que suelen pasar en la TV, creo que ninguna experiencia vivida amedita hablar de ella; por ello, mi “amplio conocimiento” propone una idea distinta de deporte.

En toda mi corta vida he escuchado frases tan repetidas por mamá como “si no estudias te voy a llevar a vender limones al mercado” o “te voy a masacrar” y te termina pegando con una media de felpa, y como olvidar la tan empleada por todas nosotras, ¡las mujeres!, “ayyy me siento gorda”, siendo esta última motivo suficiente para emprender el largo camino para lograr las tallas pequeñas.

Mi presencia en los gimnasios en calidad de espectadora, acompañante y luego clienta, impulsada por mi madre ¡claro! me han conllevado a muchos años de mi vida perdidos en cosas tan superficiales como cuidar la línea, hacer dieta cuyo requisito fundamental es no comer ni un caramelo, para evitar el enchachamiento, digo ensanchamiento.

Aeróbicos, baile, spining, mecánicos, ¿qué más falta?, pero bueno tanto rollo no es para hablar si rindió o no frutos, sino para entender la razón por la cual elegí este deporte.

Fue mas o menos hace un año, después de realizar mi rutina de 300 abdominales, media hora de bicicleta estacionaria, y usar todas las maquinas habidas y por haber.
Luego de tres horas de entrenamiento me disponía a cambiarme para dirigirme a casa, terminaba con la lengua afuera, botella de agua en mano y ojos desorbitados, eran tres horas de entrenamiento… ¡tiempos aquellos!

Me moje la cara, saque la sudadera, el top junto con el brazier, seque mi rostro con una toalla, puse ropa limpia y finalmente una colonia de baño con fragancia a lima limón; listecita para salir de los servicios higiénicos me percate que por el apuro solo había sacado las cosas que utilizaría, dejando la mochila en el mostrador donde se encontraba mi entrenador, el chato Jesús, bueno… en aquel momento no seria mayor problema podía llevar las cosas en la mano, ocultar las que no se deben verse con las que si.

Camine por el gimnasio para dirigirme a la mochila, había un grupito de chicos conversando, alce la mano para despedirme de ellos cuando a
lgo cayó de mis manos nada menos que mi sostén negro, no era un ¡ops! era una gran ¡OPS!, todos se quedaron mirando, de la nada el bullicio que se había originado minutos antes dejó a todos perplejos y sobre todo a la dueña de la vergüenza negra, yo.

En ese momento mi intención era recogerlo y salir del lugar, pero el ganchito del brazier se atasco en la tapizado de la locación, jale y jale y la vergüenza seguida atascada, no se si han visto los dibujos animados donde el personaje asombrado abre tanto la boca que hasta las mosca hacen fiesta en su lengua, algo así era la expresión de los espectadores impacientes a saber el gran final de la vergüenza negra.
Con las mejillas sonrojadas y mi expresión de autogol, jalaba y jalaba en medio de mi desesperación porque me tragase la tierra, o se borrara la historia.
Uno de los muchachos al fin reaccionó, y saco lentamente el ganchito maldito que conformaría mi gran listado de anécdotas vergonzosas.

Levante el sostén, agradecí al muchacho por su salvadora intervención y salí caminando como quien lleva al diablo, puse mis cosas dentro de la mochila, y con mi cara cerezona recién salida del cerezo, me retire de la zona que representaría más adelante uno de los tantos recuerdos que jamás olvidare, porque en el momento pudo ser espantoso pero recordarlo más adelante en compañía de tus hijos, nietos, conocidos, amigos, será inolvidable, siempre es bueno tener algo que contar.