domingo, 12 de julio de 2009

Un pecado llamado deseo


Hablar del amor antes me resultaba estúpido, incorrecto, inalcanzable; no quería arriesgarme a sentir mariposas en el estómago, gritar de la emoción por la llegada del susodicho, mucho menos tener que arriesgarme a ocultar mis defectos para resultar perfecta, la mujer indicada ante sus ojos.

Acudir a una cita me resultaba casi imposible, aquellos amores tormentosos y platónicos eran más accesibles en aquella época, nunca me considere una santa pero tampoco la muchachita que regalaba besos cuando se le venia en gana, tenía mis limitaciones, era calculadora.

Siempre fui enamoradiza, una adolescente en pleno cascarón, creía en el amor aunque constantemente evitara cualquier contacto con el, me agradaba ilusionarme con una mirada, un beso o con frases sublimes y a veces entorpecidas.

Cambiar es un gran paso pero recordar aquellos errores del pasado que repercutan en el presente, te hacen extrañar esas circunstancias que parecían inadecuadas, irresponsables pero a la vez exquisitas desde un punto un tanto masoquista.

Ese saborcito al que todos llamamos pecado se ha establecido en las paredes de mis pensamientos, deseos, pasiones; relaciones momentáneas seria la opinión más equívoca pero a la vez provocadora.

La pasión por lo prohibido ha sido el título o tema de varias canciones, lo prohibido sabe bien en el momento, pero lo que viene después resulta inesperado, desastroso, vacío; solo es cuestión de tiempo.

jueves, 25 de junio de 2009

Historia de una lucha incansable

Todos los días a las seis de la mañana, Rafael Agustín Lluncor Medina, un muchacho de 28 años, se levanta sonriéndole a la vida; a pesar que su problema de insuficiencia renal haya deteriorado por completo sus riñones y causado múltiples caídas.

Sin embargo, rendirse no es una palabra que exista en su vocabulario, ya que sus ganas de vivir y su constante lucha por una condición más óptima y saludable ha sido el impulso para luchar contra aquella enfermedad que padeció d esde el momento que vio los primeros rayos de luz.

Todos los conocen como Chicho, el bromista, el amiguero, el servicial, el que muchos quieren; el que en pocas ocasiones deja de sonreír; porque no conoce de lamentaciones, como él dice: “Solo queda la resignación”.

Su madre Emma Medina Llontop entre lágrimas confiesa la difícil tarea que emprendió cuando se enteró que el bebé que tenía en brazos sufría una enfermedad congénita que marcaría su vida.

A los ocho años el pequeño Rafael recibió su primera hemodiálisis, su padre Rafael Lluncor Molocho, se resistió a la idea; no obstante, el estado crítico al que llegó el único hijo varón de la familia, lo obligó a adoptar esta medida.

Cuando Chicho tenía 9 años fue traslado del Hospital Almanzor Aguinaga Asenjo, ubicado en Chiclayo; al Hospital Guillermo Almenara, en Lima. Su padre con ayuda de la familia y con varios sacrificios lo acompaño durante todo el año que estuvo hospitalizado.

Una camilla, una silla de ruedas y hasta el suelo, era la cama que con suerte podía conseguir Don Rafael para estar junto a su hijo.

Cumpleaños, navidad, día de la madre y del padre, pasó junto a su viejo como le dice ahora, a pacientes del hospital, a enfermeras y al personal de limpieza; eran fechas importantes, pero la limitación económica y la responsabilidad de su madre, de trabajar y cuidar a sus tres pequeñas, resultaba un sueño imposible de cumplir.

Su rostro a simple vista denota alegría, pero sus ojos pequeños algo enrojecidos, reflejan frustración y tristeza.

Él les llama marcas de guerra, y es que las cicatrices, callosidades y el color ceniciento de su piel, indica la desafortunada historia de este muchacho, que con el pasar de los años, ha estado en coma tres veces, ha tenido varias convulsiones y estuvo en estado crítico en reiteradas ocasiones.

Su crecimiento también se vio afectado, por la descalcificación de sus huesos; además, de los problemas neurológicos que sufre actualmente.

El nefrólogo Abelardo Gonzáles Duarte, explicó que desde muy pequeño se le detectó esta enfermedad y que a pesar de sus diversas recaídas posee una buena condición.

“Por el momento él se encuentra en tratamiento para posteriormente realizarle un trasplante de riñón, para ello deberá pasar por una serie de evaluaciones, para asegurar que esta apto y pueda estar en la lista de espera”, expresó.

Asimismo, señaló que uno de los mayores retos es la reconstrucción de su vejiga, ya que esta es muy pequeña y no tiene un buen funcionamiento, lo cual ocasionaría el desgaste del riñón trasplantado.

Las estadísticas a nivel mundial demuestran que cada año por cada millón de habitantes, 150 personas sufren de insuficiencia renal. Los casos son muchos pero la atención médica escasa, aquel que no pueda acceder a un seguro por condiciones económicas, solo estaría destinado a morir.

La ley establecida por el gobierno afirma que todos podemos acceder a una atención médica sin necesidad de contar con un seguro; sin embargo, solo se ha acatado en los niños y en algunos adultos que se les hemodialisa una vez como regalo, cuando debería ser tres veces por semana.

Así como Chicho son innumerables las historias que encierran esta enfermedad, una esperanza de vida solo se obtiene con la actitud positiva, las ganas de vivir y luchar contra un problema llamado insuficiencia renal.

jueves, 18 de junio de 2009

Ojitos esperanzados




A lo largo de mi corta vida he sentido un fascinante interés por analizar cada aspecto que entorna una situación, hecho, circunstancia, como quieran llamarlo, entendí que la desgracia se disfraza de diversas maneras y reconoce en un instante su próxima víctima, la idea tan acostumbrada de que después de la tormenta llegará la calma no es ajena a mis pensamientos.

Los ojos de la personas reflejan alegría, orgullo, sufrimiento, desidia, desolación y hasta el infaltable desconsuelo; dicen que son las ventanas del alma, sin embargo, hay tantas cosas que descubrir detrás de una mirada.

El irresistible gustito por entrar a Internet, me hacia escribir a la velocidad de un rayo ante las preguntas y respuestas de los ciberamigos más conocidos, mi concentración era tal, que el saludo de mi madre pasaba inadvertido.

Ya eran las tres y media de la tarde y una persona cercana y a la vez conocida se asomo a inspeccionar mi desesperación por “sacar información” del MSN, una sensación extraña me escarapelo el cuerpo, torne la mirada hacia el joven regordete, de nariz ancha y perfilada, boca semiabierta, y mirada triste y esperanzada.

Mi única reacción en aquel momento, fue abrazarlo con todas mis fuerzas, una lluvia caía sobre mis mejillas, mojaba mis labios y hasta mi pecho, una lluvia como aquellas que se dan cuando un momento especial te embarga el alma.

Ojos esperanzados, era el clásico niño de anchas caderas y mejillas sonrojadas, el muchachito tranquilo que a la menor inclinación se dejaba ver la marca de la ropa interior, ¡todo un personaje! decían los muchachos del barrio.

Ausencia es la palabra más indicada para describirlo, ni madre, ni padre, todos sostenemos que padres son los que crían, pero ¿cuál es el grado de verdad?

El conocía su lugar de origen, sus apellidos lo denotaban, tener dos de más no le es muy cómodo hasta ahora, siempre he creído que el destino tiene dos caras, la de la infelicidad y la de la esperanza.

Se que he mencionado esperanza en varias partes de mi relato pero es que no existe otra forma de expresarlo, su vida es una historia inspirada en este sentimiento, su madre (adoptiva) fue su luz, su eje, su mundo, el ángel que lo cuidaba y protegía ante los ojos asechadores de la gente cruel y malintencionada.

Ojitos esperanzados cayó en profunda depresión cuando aquella lucecita se apagó, el deceso de su madre, fue uno de los tantos motivos que lo conllevaron a los vicios, desordenes y paseos mundanos.

Las malas amistades, su poca seguridad y sus fantasmas lo encaminaron por las vías incorrectas, muchos lo apreciaban, aconsejaban y gritaban, pero él ya había perdido la lucecita que lo mantenía en pie.

Fueron pasando los años y la coca, marihuana y BBC se convirtieron en sus nuevos aliados, los “amigos de su vida tormentosa”, la ley del clavado afirma que tienes que llegar al fondo para poder salir, desgreñado, desaliñado, caminaba por las calles sin mirar a su alrededor, mirada caída, actitud desganada, un muchacho inútil lleno de tristeza.

Siempre fue el indicado para las jodas de los muchachos, ahora mas aun “con sus porritos en mano”… quizás eso lo llevo al abismo.

Hombres de blanco recorrían sus escaleras su padre y hermanos con lágrimas en los ojos, despedían al menor de la generación, al pequeño de la casa, a la esperanza guardada.

Ha pasado año y medio desde este suceso y después de mucho tiempo vi a aquel niño que conocí cuando pedaleaba bicicleta, mientras papá y mamá desempacaban las maletas de mudanza, a mi primer amigo del barrio, al especialista en juegos de mesa, a mi mejor amigo de la infancia.

miércoles, 10 de junio de 2009

Era una historia...


La semana pasada me dijeron que mi constante tecnicismo al hablar es uno de mis grandes defectos, sin embargo, no al escribir, quizás porque cuando cojo un lápiz o un teclado, siento la libertad de opinar sin limitarme, sin seguir las reglas, ser libre, auténtica, capaz de expresar un sentimiento, una emoción, el apasionamiento por ciertas cosas que nadie conoce o solo algunos lo saben.
Historias de diversas mixturas, tonterías, colores, entonaciones, realidades, incoherencias, contradicciones.
Historias que fueron inspiradas en escenarios cotidianos, poco acostumbrados, en imágenes, circunstancias ajenas, problemas de parejas, en programas transmitidos por la TV.
Esta última opción resultará motivo insuficiente para crear una historia, esas narraciones extraordinarias de los cuentos de hadas.

En la universidad algunos compañeros afirman que soy una soñadora con pensamientos infantiles y con una creatividad que no va mas allá de un dibujo de paint, y no es que sea una idea muy lejos de la realidad… no soy infantil, pero si con una amplia imaginación… una niña por dentro, aunque se sostenga la idea loca que ya estoy vieja para eso.

Tres biberones de leche pasaban por mis manos cuando veía los dibujitos de mi época infantil, Bugs Bunny, el Pájaro loco y toda la saga de series y películas producidas por Disney; sin embargo, son solo algunos de los recuerdos más bonitos de mi niñez, porque en aquellos tiempos no existían las preocupaciones, contratiempos, solo la mirada de dos ojitos inocentes.
Esas tardes eran increíbles, tu biberón de leche, varias horas de diversión y momentos con mamá; serie tras serie captaban mis sentidos porque para mi eran historias increíbles, disparatadas, llenas de humor, ironía, ingenuidad.

No solo representaban un conjunto de historias donde un canarito decía veo un lindo gatito, o un coyote perseguía a un ave tan veloz que era imposible de alcanzar, o un conejo se metía en aprietos y sacaba de quicio a un pato negro, o un pájaro picoteaba por doquier y atormentaba a cualquiera que se atravesase en su camino y claro como olvidar al pionero de los dibujos animados, el ratón Micky con su novia Minnie, y sus amigos de siempre Goofy, Donald.

Muñecos, stickers, peluches… ¡era tal mi fanatismo!, hasta ahora tengo los VHS de todas esas series que marcaron mi vida como un lindo recuerdo, como la herencia para las futuras generaciones, como un privilegio que pocos tenemos.
Innumerables momentos he vivido a lado de estas series, películas, historias compartidas, tanto que la llegada a las cuatro de la tarde parecía interminable.
Diálogos, canciones, todas las sabia de memoria, cuando veía capítulos repetidos por el canal sintonizado o las películas una y otra vez, no era raro que mi hermano y yo cantáramos a una sola voz las canciones de “La sirenita”, “Aladin”, “El rey león”, y “Timón y Pumba” o hiciéramos la imitación de la risa del pájaro loco, o repitiéramos constantemente las frases de los Looney Tunes.

Se que la actividad era escribir sobre un solo programa pero es difícil de hacerlo, cuando los recuerdos te invaden y las manos toman cierta ligeresa al escribir.
En este momento mi rostro dibuja una gran sonrisa, emoción, porque aunque les parezca un tanto absurdo esos programas ocuparon ciertas ausencias que no es pertinente contar, al menos en esta ocasión, esos programas que influyeron en mi vida y que son el motivo para recordar … que alguna vez fui niña.

miércoles, 3 de junio de 2009

Una más de la familia


A lo largo de los años se han enumerado ciertos vicios que estimulan y ocasionan el placer y apasionamiento de un objeto con solo mirarlo: el alcohol, las drogas, los juegos, las compras y hasta el lenguaje, comete vicios.

Lo gracioso, es que a uno de lo objetos de los que muchos dependen no les llamamos vicio sino entretenimiento, fuente de conocimiento, explorador de nuevas realidades; cuando día, tarde y noche ciertas personas andan prendidos y no se despegan de la caja boba denominada TV.

La televisión, el vicio consumista de niños, jóvenes y adultos, el mal necesario de todos lo días, ha formado parte de todas las familias, porque si antes se consideraba el invento del milenio o el lujo a los que pocos podían acceder, ahora hasta la familia de Pipón, un muñeco muy guapo y de cartón, goza de una televisión en su vivienda.

Ya no es un privilegio, sino un requisito; pues la televisión cumple diversas funciones; de niñera para los niños, de esposo o esposa para las cabezas de la familia o de la amiga para la jovencita(o) de la casa.

El problema no es que tengamos este servicio a la mano, sino que las pocas líneas de comunicación queden en el olvido, porque si antes una reunión familiar era dialogar sobre los problemas que aquejaban a algún integrante del hogar, ahora ver una película, una serie o, un documental, es pasar tiempo en familia.

Es verdad, que gracias a la televisión hemos conocido diversos panoramas de manera más dinámica, real e integral, pero a la vez ¿no limitó nuestra imaginación? Si antes al leer un libro imaginábamos la historia con escenarios maravillosos, personajes impresionantes, fuera de cuadro y éramos un personaje más de la historia, es oportuno mencionar la limitación de tener todo reproducido a nuestro alcance.

A pesar de ello, la dependencia a este artefacto es decisión propia, no puedo catalogarlo de innecesario, ni ignorar sus grandes beneficios, solo cabe indicar que así como la TV, vendrán más adelantos que cambien la historia de la vida moderna y el concepto de tecnología, sin embargo, lo que nunca debe suceder es el reemplazo de aquellas cualidades e ideas que se han ido sembrando durante varias generaciones, por un aparato que caducará con el tiempo.

martes, 2 de junio de 2009

Milésima de segundos


Eran las tres de la tarde, presurosa caminaba por Sarmiento; el tiempo pasaba cada vez más rápido, llegar tarde era mi costumbre de todos los días, pues así llegara a la universidad en los cinco minutos de tolerancia, como dice mi viejo “la hora es la hora”.

Llegue a Bolognesi y no dejaba de ver el reloj, la vereda estaba casi vacía, no divisaba a ninguna persona esperando carro, mi inquietud e impaciencia se denotaban en el movimiento de mis pies, manos y hasta cabeza.

Cuando al fin divise una combi de etiqueta azul, bueno celeste; un paréntesis, hasta ahora no entiendo mi fanatismo por hacer comparaciones irrelevantes, ni que estuviera hablando de wiskys, bueno para no salirme del tema; inmediatamente arribe el vehículo.

Pensativa, meditabunda, absorta, ensimismada, y todos los sinónimos que puedan encontrar en el Word, pueden calificar mi estado en ese momento. Cuando alce la mirada y deje mi mundo interno, pude observar diversos rostros cada uno con características únicas en su especie; y con expresiones y posturas distintas.

De repente, mi monedero cayó del bolso, un hecho inesperado se aproximaba, mi corazón latía cada vez más rápido, las personas aterradas callaron.

Fueron milésimas de segundos, cuando un auto choco con otro y dio cuatro vueltas de campana, el vehículo se aproximaba, la gente gritaba, el conductor perplejo no ataba ni desataba había entrado en un estado de shock.

El cobrador, un jovencito de 17 años a lo mucho solo miraba como el auto se aproximaba brutalmente.

Solo faltaban cinco, cuatro, tres, dos y ahí estaba el auto a punto de chocar; los pasajeros del lado derecho cerraban los ojos mientras lentamente sentían el golpe de los dos vehículos.

La cabeza de la señora que estaba cerca de la puerta de la combi se desformaba lentamente, el desgarramiento del brazo derecho y las fracturas de ambas piernas, fue la parte más escalofriante.

La misma suerte corrieron los pasajeros que estaban cerca de la ventana derecha, grandes charcos de sangre chorreaban mientras trasladaban a las víctimas de tan desafortunado accidente, en aquella superficie llena de dolor y sufrimiento.

El olor se había impregnado en toda la zona, la muchedumbre curiosa auxiliaba a algunas de las víctimas que imploraban ayuda, aquel día nuestras calles se vistieron de negro, estábamos de luto, un minuto interminable de silencio no fue suficiente penitencia para tan terrible suceso.
Tres muertos, 10 heridos, un hecho que demostró los límites entre la vida y la muerte; y tan solo una historia más de la que ya estamos tan acostumbrados.

Mire reloj, ya eran las tres de la tarde, gire la mirada hacia el cobrador y le dije: "en la esquina, por favor".

jueves, 14 de mayo de 2009

Cuando la estupidez supera a la coherencia



La vida llena de una crudeza insostenible,
que surge de tristezas, desolaciones, engaños, desconsuelos,
una sonrisa llena de llanto,
una idiotez que muchos resultan atractiva.

Espontaneidad, grandeza, simpleza, barbarie,
¿Son características? ¿idioteces?
Todos juntos, todos separados.
Algunos dirán escrito lleno de estupidez,
otros de desazón,
otros de lamentaciones,
otros de pura verdad

Con conceptos que muchos conocemos pero ignoramos
O queremos olvidar

Un amigo que te falla
Un amor que se va
Una amiga que se harta
Una madre que no sabe más que llorar

Son pequeñas reacciones, o grandes acciones
Solo depende de una definición
esporádica, perdida, desconocida, traicionera.
Que no conoce de hábitos menos de situaciones peculiares.

Es tan difícil parametrarse,
Concentrarse en aquel individuo que te llena de vida, amor, pasión.
La vida tan linda y a la vez tan idiota

Quizás me creerán la clásica persona que no sabe porque escribe esta sarta de frases,
palabras para algunos sin sentido.
Solo que el trasmitir este tipo de cosas
Es lo que hace un persona especial
Y el hecho de escribir
Después de tanto tiempo resulta un buen comienzo
para sonreír en estas noches calurosas.

jueves, 23 de abril de 2009

Nabito modesto


Cuando un hombrecito es adolescente, comienzan los cambios físicos, psicológicos, hormonales, y ciertas actitudes que permiten el descubrimiento de partes del cuerpo no conocidas, en pocas palabras los adolescentes se vuelven unos calenturientos, según ellos su arma letal debe ser estimulada para funcionar de la manera adecuada; grandes, chiquitas, gorditas, delgadas, sea cual fuese su realidad, ellos mantienen que te pueden desmayar con solo mirarla, pero recuerden ¡el que mucho habla poco tiene!

Era un sábado si más no recuerdo, los pajaritos cantaban, el aire corría, y el sol daba los primeros rayos de luz, todo era mágico y hermoso, era un ambiente cálido.

Nabito modesto, se dirigía al kioskito a comprar una revistita de autoayuda, caminaba e iba pensando que haría cuando la tuviera; ¡es necesaria!, él pensaba.

Cuando llegó al kioskito, intimidado señaló una de las “revistitas de autoayuda para adolescentes en etapas difíciles”, llamada “mi primer revolcón”.

Pagó y se retiró corriendo a descubrir lo que contenía el material didáctico que le habían vendido.

Llegó a casa, subió al baño e inició el encuentro amoroso entre su vergüenza y su mano, ambos disfrutaban; era un encuentro lleno de pasión, frenesí y excitación. Una de esas situaciones que ustedes conocen chicos ¡no se hagan los locos!

Fueron varios días en la misma habitación pero cada vez con más amor… hasta que un día Nabito después de su faena diaria, se retiró del baño olvidando la revistita de autoayuda.

De repente mamá entro al baño y divisó la revistita “mi primer revolcón”, de inmediato llamó a Nabito, y sorprendida le preguntó ¿esto es tuyo?, Nabito que no tiene ni un pelo de sonso, como se me sale el chiclayano, bueno, este respondió: No se tía, no es mío debe ser de mi tío.

Mamá se fue donde papá, como la gata loca persiguiendo al ratón Ignacio, y le dijo: ¿Oye esto es tuyo?, papá extrañado la miró y dijo: tú eres coju…, finalmente Nabito que había observado toda la escena, dijo: No tía es mío.

Mamá no dijo nada leyó el material, y dijo: ¡ah, con que te gustan los nabos!, ahora, la cuestión de los nabos era porque en la revistita de autoayuda para adolescentes en etapas difíciles, decía que la mujer pobre, porque no tenía ni para comprarse ropa, que salía en la fotografía tenía uno buenos nabos, es decir, unos buenos implantes, esos que les sobra a algunas y nos faltan a muchas. A tu mamá le voy a decir vas a ver nabito modesto , sostenía mamá.

Nabito preguntó pero ¿por qué modesto? Que todavía preguntas… anda a bañarte y bien cambiado bajas a almorzar.

Nabito modesto estaba devastado, había perdido su cotidiano encuentro romántico de él con él.

Seguro todos se sentirán identificados, seamos sinceros, quizá no usaron “Mi primer revolcón”, pero si otras revistitas con frases y fotografías que los convirtieron en los que son hoy; no se avergüencen… los hombres son mas visuales y las mujeres más auditivas… de las que nos salvamos chicas.

Espejo sarcástico


Era un 13 de octubre del 2008, novios ninguno; cambios corporales menos bubis, más poto, soy el patito feo en el mundo de los senos frondosos, y la reina en el mundo de las nachas vistosas y abultadas; cambios psicológicos, más loca que nunca, psicoseada, con una ideología que no conoce de peros, mucho menos de desaciertos.

De zapatos hondos, risa fingida, mirada dormida, fanática compulsiva de las galletas pícara y de todo alimento que engorde y luego me haga sentir fatal.
Se dice que uno es feliz comiendo, en mi caso me siento horrible engordando; busco dietas, tips para no asimilar y ejercicios para endurecer, tanta chamba en buscar para prometer comenzar con mi nueva rutina y al último nunca llegar el día.

De mi nariz nunca me queje, pero cada vez son más las personas que me dicen: “Ay hijita no te preocupes cuando tenga plata te voy a mandar a hacer tu cirugía”, si fuera un icono de msn pondría ¡plop!

“La nueva santa de los ladrones”, me dicen, le gane el puesto a Sarita Colonia, ya que cada vez que ven les llevo el pan a la mesa; celulares, carteras e incluso lentes, han sido una de las pocas cosas que me han robado, como dicen en casa: “la ven y todos se avisan ¡ya salió la caserita!”.

Los brindis no faltan, menos los amigos o amigas de la vida, si se puede celebrar el día del padre, del niño, de la independencia , cumpleaños del tío de la amiga de mi amigo o el día del no trabajador, esta bien para nosotros, la clásica frasecita “unas aguas”, no es indiferente en mi vocabulario, menos en mi garganta, desde una chela bien al polo hasta un cuba libre bien sazonado, cambia una actitud depresiva, hasta la decepción por un partido perdido de la selección, y no es que me guste el trago solo que la vida es una y hay que disfrutarla.

Paso, y reina dicen, yo que sepa las mujeres de belleza son altas, delgadísimas, piernas largas, nariz perfilada y siempre ansían la paz en el mundo, el clásico prototipo de las reinas de belleza; pero como estamos en Perú, la mayoría de las mujeres no cumplimos con todos los requisitos; ¡que irónico!, no soy ni alta, ni flaca, no tengo ni nariz perfilada, menos piernas largas; soy petiza, ni gorda, ni flaca, de nariz ñata, piernas chiquitas, y no es que no quiera la paz en el mundo sino que resulta ser una idea poca fundamentada.

He recorrido largos pasillos en mi vida, cambios muchos, transformaciones sin lugar a duda, pero que encierra la idea loca de analizar cada aspecto que me rodea, es lógico que me impresionen lo cuentos, la historias complejas si estoy tan llenas de ellas, porque aunque quiera demostrar mi simpleza me doy cuenta lo complicado de vivir una vida como la mía.

La vergüenza negra


El deporte no me es indiferente, nunca lo fue; sin embargo, si habláramos de redactar anécdotas vividas sobre clásicos deportes como el fútbol, voley, básquet, tenis, y todos aquellos que suelen pasar en la TV, creo que ninguna experiencia vivida amedita hablar de ella; por ello, mi “amplio conocimiento” propone una idea distinta de deporte.

En toda mi corta vida he escuchado frases tan repetidas por mamá como “si no estudias te voy a llevar a vender limones al mercado” o “te voy a masacrar” y te termina pegando con una media de felpa, y como olvidar la tan empleada por todas nosotras, ¡las mujeres!, “ayyy me siento gorda”, siendo esta última motivo suficiente para emprender el largo camino para lograr las tallas pequeñas.

Mi presencia en los gimnasios en calidad de espectadora, acompañante y luego clienta, impulsada por mi madre ¡claro! me han conllevado a muchos años de mi vida perdidos en cosas tan superficiales como cuidar la línea, hacer dieta cuyo requisito fundamental es no comer ni un caramelo, para evitar el enchachamiento, digo ensanchamiento.

Aeróbicos, baile, spining, mecánicos, ¿qué más falta?, pero bueno tanto rollo no es para hablar si rindió o no frutos, sino para entender la razón por la cual elegí este deporte.

Fue mas o menos hace un año, después de realizar mi rutina de 300 abdominales, media hora de bicicleta estacionaria, y usar todas las maquinas habidas y por haber.
Luego de tres horas de entrenamiento me disponía a cambiarme para dirigirme a casa, terminaba con la lengua afuera, botella de agua en mano y ojos desorbitados, eran tres horas de entrenamiento… ¡tiempos aquellos!

Me moje la cara, saque la sudadera, el top junto con el brazier, seque mi rostro con una toalla, puse ropa limpia y finalmente una colonia de baño con fragancia a lima limón; listecita para salir de los servicios higiénicos me percate que por el apuro solo había sacado las cosas que utilizaría, dejando la mochila en el mostrador donde se encontraba mi entrenador, el chato Jesús, bueno… en aquel momento no seria mayor problema podía llevar las cosas en la mano, ocultar las que no se deben verse con las que si.

Camine por el gimnasio para dirigirme a la mochila, había un grupito de chicos conversando, alce la mano para despedirme de ellos cuando a
lgo cayó de mis manos nada menos que mi sostén negro, no era un ¡ops! era una gran ¡OPS!, todos se quedaron mirando, de la nada el bullicio que se había originado minutos antes dejó a todos perplejos y sobre todo a la dueña de la vergüenza negra, yo.

En ese momento mi intención era recogerlo y salir del lugar, pero el ganchito del brazier se atasco en la tapizado de la locación, jale y jale y la vergüenza seguida atascada, no se si han visto los dibujos animados donde el personaje asombrado abre tanto la boca que hasta las mosca hacen fiesta en su lengua, algo así era la expresión de los espectadores impacientes a saber el gran final de la vergüenza negra.
Con las mejillas sonrojadas y mi expresión de autogol, jalaba y jalaba en medio de mi desesperación porque me tragase la tierra, o se borrara la historia.
Uno de los muchachos al fin reaccionó, y saco lentamente el ganchito maldito que conformaría mi gran listado de anécdotas vergonzosas.

Levante el sostén, agradecí al muchacho por su salvadora intervención y salí caminando como quien lleva al diablo, puse mis cosas dentro de la mochila, y con mi cara cerezona recién salida del cerezo, me retire de la zona que representaría más adelante uno de los tantos recuerdos que jamás olvidare, porque en el momento pudo ser espantoso pero recordarlo más adelante en compañía de tus hijos, nietos, conocidos, amigos, será inolvidable, siempre es bueno tener algo que contar.