miércoles, 10 de junio de 2009

Era una historia...


La semana pasada me dijeron que mi constante tecnicismo al hablar es uno de mis grandes defectos, sin embargo, no al escribir, quizás porque cuando cojo un lápiz o un teclado, siento la libertad de opinar sin limitarme, sin seguir las reglas, ser libre, auténtica, capaz de expresar un sentimiento, una emoción, el apasionamiento por ciertas cosas que nadie conoce o solo algunos lo saben.
Historias de diversas mixturas, tonterías, colores, entonaciones, realidades, incoherencias, contradicciones.
Historias que fueron inspiradas en escenarios cotidianos, poco acostumbrados, en imágenes, circunstancias ajenas, problemas de parejas, en programas transmitidos por la TV.
Esta última opción resultará motivo insuficiente para crear una historia, esas narraciones extraordinarias de los cuentos de hadas.

En la universidad algunos compañeros afirman que soy una soñadora con pensamientos infantiles y con una creatividad que no va mas allá de un dibujo de paint, y no es que sea una idea muy lejos de la realidad… no soy infantil, pero si con una amplia imaginación… una niña por dentro, aunque se sostenga la idea loca que ya estoy vieja para eso.

Tres biberones de leche pasaban por mis manos cuando veía los dibujitos de mi época infantil, Bugs Bunny, el Pájaro loco y toda la saga de series y películas producidas por Disney; sin embargo, son solo algunos de los recuerdos más bonitos de mi niñez, porque en aquellos tiempos no existían las preocupaciones, contratiempos, solo la mirada de dos ojitos inocentes.
Esas tardes eran increíbles, tu biberón de leche, varias horas de diversión y momentos con mamá; serie tras serie captaban mis sentidos porque para mi eran historias increíbles, disparatadas, llenas de humor, ironía, ingenuidad.

No solo representaban un conjunto de historias donde un canarito decía veo un lindo gatito, o un coyote perseguía a un ave tan veloz que era imposible de alcanzar, o un conejo se metía en aprietos y sacaba de quicio a un pato negro, o un pájaro picoteaba por doquier y atormentaba a cualquiera que se atravesase en su camino y claro como olvidar al pionero de los dibujos animados, el ratón Micky con su novia Minnie, y sus amigos de siempre Goofy, Donald.

Muñecos, stickers, peluches… ¡era tal mi fanatismo!, hasta ahora tengo los VHS de todas esas series que marcaron mi vida como un lindo recuerdo, como la herencia para las futuras generaciones, como un privilegio que pocos tenemos.
Innumerables momentos he vivido a lado de estas series, películas, historias compartidas, tanto que la llegada a las cuatro de la tarde parecía interminable.
Diálogos, canciones, todas las sabia de memoria, cuando veía capítulos repetidos por el canal sintonizado o las películas una y otra vez, no era raro que mi hermano y yo cantáramos a una sola voz las canciones de “La sirenita”, “Aladin”, “El rey león”, y “Timón y Pumba” o hiciéramos la imitación de la risa del pájaro loco, o repitiéramos constantemente las frases de los Looney Tunes.

Se que la actividad era escribir sobre un solo programa pero es difícil de hacerlo, cuando los recuerdos te invaden y las manos toman cierta ligeresa al escribir.
En este momento mi rostro dibuja una gran sonrisa, emoción, porque aunque les parezca un tanto absurdo esos programas ocuparon ciertas ausencias que no es pertinente contar, al menos en esta ocasión, esos programas que influyeron en mi vida y que son el motivo para recordar … que alguna vez fui niña.

2 comentarios:

  1. hola, perdia un tiempo en el inter y me tope tu blog, la verdad que me ha gustado mucho tu post, me ha hecho recordar tantas cosas...
    me ha gustado mucho, espero no te molestes si regreso a leer o lo nuevo, o lo viejo, pero no dudo que sea igual de agradable otro post tuyo, el que sea.
    hasta entonces. t.s.s. corey

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  2. A ver si te das una vuelta por mi blog, seguiré husmeando en el tuyo.

    Saludos, Manuel Llontop

    www.loqueolvidecontarte.blogspot.com

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